Es definitivo, la decisión está completamente tomada: tendrás un gato. Tras un tiempo de reflexión, más allá de cualquier ‘antojo’, has optado por tener una mascota y piensas que eres una persona de gatos. ¿Lo eres? Y sí, Leloko -tú gato, nuestro gato- llegará a tu vida.
Luego de considerar las posibilidades sobre las que te has informado has podido elegir entre comprar o adoptar alguno. En cualquier caso piensas en el bienestar que tú gato te dará y, por supuesto, en el que tú le darás a él, en todos los cambios y las responsabilidades, en lo feliz que serás cuando estés con él.
Así pues, decidiste adoptarlo: brindarle la posibilidad, a algún minino que ha sido abandonado y posiblemente tenido una vida difícil antes de ser recogido por alguna fundación animalista, de ser feliz a tu lado y ahora sí de tener la vida que merece.
Te informas, contactas con la fundación, acudes a algún punto o jornada de adopción y llega el momento decisivo: la elección. ¡Es cierto! Tú eliges a tu gato pero sobre todo él te elige a ti, puesto que es casi imposible que no establezcas una cercanía y empatía casi instantánea con el que de ahora en adelante será parte te tu familia. Porque eso será Leloko de ahora en adelante, un integrante fundamental de tu “tribu”, uno de los tuyos.
Entonces a crecer juntos, tú y Leloko, Leloko y tú, con responsabilidad y mucho amor.